Por: Carolina Vrs. Zubieta
Santiago Espitia Fajardo, es teólogo y docente y con una maestría en bioética, su trabajo se ha centrado en tres ejes principales: la docencia, la investigación y las comunidades, que se han visto afectadas por el conflicto armado del país.
Una de las apuestas de Santiago, reside en la -no violencia- como forma de vida, él define esta cosmovisión “No cómo un método, sino cómo una forma de concientización del fenómeno la de violencia, sin caer en -patrones violentos-.
Santiago afirma que la violencia no se puede abordar de manera general ni abierta, por eso prefiere hablar de -violencias-, “La violencia es una práctica desarrollada por los seres humanos, la cual responde a distintos factores, a distintas dinámicas, genera también diferentes consecuencias o tiene distintos efectos”.
Es decir: la violencia no es biológica, la violencia es una acción realizada por los seres humanos, y comprende varios tipos. Según la profesora, Elsa Blair “La característica principal de la violencia es la gravedad del riesgo que ella hace correr a la víctima; la vida, la salud, la integridad corporal, o la libertad individual”.
Al hablar de -violencias- Johan Galtung, en los años 60’s facilitó una clasificación de los tipos de violencias:
Estas violencias son: directa, simbólica y estructural, la primera en la dimensión de lo -visible-, la simbólica y la estructural en la dimensión invisible. El profesor Santiago, acompaña esta teoría de Galtung, con ejemplos que se enmarcan en la cotidianidad:
La violencia cultural (una de las invisibles) “Hace referencia a aquellas prácticas sociales de los individuos y de los grupos por medio de las cuales se -legitima- la violencia, un ejemplo de esto es: con expresiones luego de que una mujer es violada.
Se utilizan frases como: “A esta mujer la violaron, pero quien la manda a irse vestida de esa forma” o “quién la manda a caminar por esa calle a esas horas”, cuando la sociedad habla en esos términos, entonces está legitimando la violencia, no está responsabilizando a los violentos, por el contrario la víctima es revictimizada.
“La responsabilidad de los violentos” también pasa por la comprensión de lo que Espitia propone como la -no violencia- “Donde se entiende y se vive de tal manera que la realidad no se ve legitimada desde violencias simbólicas, donde se es consciente de esas violencias estructurales”
Y en la que propone un llamado a la acción que busca: prevenir la violencia, confrontar la violencia, sin recurrir a -patrones violentos-, entonces, la no violencia es: “Un estilo de vida y tiene que ver con procesos, con práctica, tiene que ver con filosofías, y metodológicas”.
Sí, la -no violencia- es un llamado a la construcción de paz, como -acción-, la violencia también es -acción-, pero al mismo tiempo es una acción, en medio de la violencia multidimensional cómo lo menciona Blair “Es imposible encontrar una única causa a todas las formas de violencia”.
Una de las preguntas recurrente al escuchar sobre la -no violencia- es ¿Cuál sería la ruta de acceso para la misma?, el profesor Santiago responde: “No sé si haya una ruta de acceso para la no violencia, considero que es más una cuestión de aprendizaje por medio de pedagogía o por procesos de enseñanza”.
Es decir: “Hay que desaprender, desestructurar, deconstruir, cómo nos han enseñado a vivir a nosotros desde la violencia, para la violencia, por la violencia, y en esa misma línea entonces comprender que la no violencia es una realidad”.
En el siguiente audio el profesor Santiago Espitia, facilita una reflexión sobre el acontecer del país en clave de la violencia, y cómo la no violencia depende de la continua práctica social: