Por: Tatiana García Rivera
Inglaterra, además de haber sido habitada por grupos celtas y por romanos, pasando por intentos de invasiones vikingas y cuna de grandes reyes a lo largo de la historia, es sede originaria de los grandes antropólogos.
Gracias a sus trabajos de campo, de observación y las descripciones detalladas que han hecho de diferentes culturas, nos han permitido conocer y entender otros territorios, de otros horizontes, de otras costumbres y hábitos, de la otredad y su performancia cultural. Pero es justamente esa forma de trabajo la que quiero resaltar: la desdibujada etnografía.
Si bien es cierto, desde hace más de una década, la etnografía ha estado fluctuando entre otras disciplinas de las Ciencias Sociales (aparte de la Antropología claro está), desapruebo cómo esta ha ido perdiendo su significado.
El meollo del asunto realmente no está en que la etnografía se use en otras disciplinas sino en dos aspectos, dos luchas (y no exagero) que cada día le atañen más a este método, enfoque o texto, como bien quieran asignarle. Por un lado, tenemos el abuso que se ha hecho de este término (etnografía). Por el otro, tenemos a las Tecnologías de la información y comunicación.
El uso de este término ahora parece tener muchos lugares comunes en cualquier texto que afirma ser de investigación y ataca principios cualitativos y de profundo compromiso, además de la sensibilidad con todo lo que envuelve un determinado contexto. Adicionalmente, resulta complejo entender cómo se busca reemplazar el trabajo de observación participante en un territorio físico para pasar a uno cibernético.
En ese orden de ideas, quiero hacer referencia a Edmund Husserl y el carácter ‘intersubjetivo’ que también conlleva esta práctica. Esa “intersubjetividad” lo que nos indica es “vivir con otros no con atención sino intencionalmente”. Es así como nos permitimos a nosotros como investigadores unirnos a otros para poder estudiarlos.
Entonces, en este punto es preciso cuestionar si ¿actualmente internet o el ciberespacio ha logrado reemplazar esa espacialidad (física) que permite entender y conocer de primera mano determinada cultura o algún detalle esencial de la misma?
En definitiva, internet no permite esa ‘puesta en escena’ que nos orienta para conocer en ‘el lugar de los hechos’ ya que, posee un carácter impersonal a pesar de que trate de imitarlo.
Concuerdo con Daniel Goleman cuando señala que “Los medios digitales son facilitadores de la comunicación”, sin embargo, “las conexiones emocionales que se generan con la persona que comparte tu mismo ambiente físico, son imposibles en la virtualidad”.
Y sí, se mantiene vigente esa práctica artesanal que se niega a desaparecer en plena era de la información (así tilda el sociólogo Manuel Castells su libro), porque permite conocer y, como señala la socióloga Lorena Hernández, ‘oler los fenómenos sociales’. Es por eso que las Tecnologías de la información de la comunicación hasta entonces no han reemplazado (ni reemplazarán) el trabajo de la etnografía como método (principalmente). Por último, cabe preguntarnos, ¿qué papel juegan los sentidos del ser humano (los mismos que permiten conocer en la etnografía) en las ‘nuevas’ tecnologías o detrás de una pantalla?
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Entérate de más en los siguientes enlaces:
http://acn.ucentral.co/actualidades/3928-la-etnografia-tiene-un-as-bajo-la-manga
http://acn.ucentral.co/actualidades/3993-un-museo-no-solo-expone-objetos-viejos
http://acn.ucentral.co/opiniones/3755-la-epifania-de-una-pseudoperiodista