Por: Sebastian Vargas Castiblanco
25 de marzo de 2020, varios capitalinos estábamos a la expectativa de lo que podría pasar frente a las acciones que se podían tomar con la pandemia. La alcaldesa había decretado un simulacro de cuarentena, pero ese mismo día se decretó el estado de alarma, dando inicio a una cuarentena nacional.
Cuando Felipe Murcia se enteró de esta decisión, las dudas comenzaron a surgir de su cabeza: “¿Cuánto tiempo durará esto? ¿Cómo me protejo? ¿Debo comprar suministros?...” Tantas preguntas podrían surgir para un momento de consternación.
Los días fueron pasando, las actividades por hacer estaban por montones, pero el ánimo para hacerlas se iba acabando. Felipe contaba con sus amigos, aprovechaba de las largas noches en vela para hablar con ellos en videollamada, unas cuantas risas salían, risas que alimentaban el alma, nutrían un poco el ánimo para seguir.
Aquellos momentos de soledad lo encaminaron rumbo a un espacio que trataba de evitar, aquel fondo del precipicio más profundo; en aquel sitio donde se ocultaban los pensamientos más sombríos. Ambos pensamientos se mezclaron, cobraban voz, algunos queriendo seguir la carrera y otros tratando de evitar que llegaran a la meta.
Las noches de sueño se convirtieron en desvelos. Su pasión era escribir, pero el deseo iba desvaneciendo, más que describir su sentimiento o pensamiento, se siente en el audio donde expresa esto.
Un día Felipe decidió salir de su casa, en esta ocasión fue él quien salió por los suministros de su hogar, ya habían pasado semanas desde la última vez que estuvo fuera de su casa. Tan solo al estar en la calle le producía ansiedad social, era muy estresante estar cerca de algún desconocido y más si este no usaba bien un tapabocas.
¿Ansiedad? ¿estrés? ¿depresión? padecimientos que han sido comunes entre los jóvenes y se han hecho más presentes en estos tiempos de pandemia. Según la BBC, uno de los mayores temores que se tiene ahorita, son los efectos que puede dejar la coyuntura actual en la salud mental de las personas.
Felipe padece de depresión y una vez iniciada la cuarentena, no pudo proseguir con la terapia, es consciente de los efectos que hubo en sí mismo, ahora que ha finalizado la retomará con un fuerte deseo de obtener tranquilidad. Muchos jóvenes pudimos pasar por cosas similares a las de Felipe, aunque ¿cuántos tendrán ayuda después de esto?